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¿A ver? Ah, no, éste no es él. No, ese tampoco, ese viejo de ahí es el administrador del restaurante donde yo primero empecé a trabajar, y ésa que está al lao soy yo, en una actividad que se hizo en el sindicato, un intercambio de regalos, que ahí fue cuando yo de verdad empecé a estar mal porque eso fue al principio de que el padre de mi hijo ya se había ido, porque en esa otra donde tú me viste antes más gorda, ya yo había rebasao todo eso y tenía un marido distinto por completo porque… Yo sí no pierdo el tiempo mi hermana. ¡Qué va! Yo me he casao un millón de veces, y ahora estoy sola porque quiero pero… ¿tú sabes como estoy? Como la terminal de ómnibus, que tengo reservación, lista espera y fallo. No, ésos no son mis Quince, eso fue cuando fui ‘florget’ de una boda por la iglesia, dama de compañía como le dicen. Verdad que antes las bodas sí eran bonitas ¿eh?, pero hasta eso se ha perdío ya aquí en Cuba. Bueno, igual que ahora la juventud tampoco espera eso que se decía antes de la noche de bodas. No, no, ahora los novios se quedan en casa de las novias, pero en mi tiempo jamás se vio eso. En mi tiempo, mi mamá se enteraba por ejemplo de algo así y me decía: “A mí no me jode nadie pero fulana es la mujer de fulano, ya esa gente están casaos”, porque no se concebía que si no había sonado la bomba y el platillo de la boda y la marcha nupcial, los novios se quedaran a dormir juntos, aunque los padres fueran responsables de ponerlos a dormir en habitaciones separadas, pero… ¡Mentira! A los ojos de la vista de la gente eso no estaba correcto en aquel tiempo, mi tiempo. Y sin embargo hoy en día eso es lo más normal del mundo, y yo de cierta manera también lo veo normal. Pero también te digo otra cosa: la tradición del matrimonio es muy bonita porque… Mira, nosotros teníamos una amistad que la hija es la flaquita que vive aquí arriba, que el marido era tremendo borrachín, le daba a golpes y le hacía la vida imposible porque metía queridas y todo, y entonces ella, como no podía más, se impuso, se vino pá acá con la hija y lo dejó solo, incluso una vez pensó hasta en divorciarse de él, pero mi mamá yo me acuerdo que siempre le decía: “No Anita, no te separes m’hija porque el matrimonio da derecho a todo”. Y tan así es que se él murió y a ella le dieron la pensión de viuda, todas las cosas que él tenía y tó el dinero que había acumulado en sus años de rastrero. Entonces, como dice el dicho, tú ves el fruto de lo que es estar casada porque, de todas maneras, mientras tú estés enamorada y ciega con un hombre, tú se lo vas a aguantar todo,  pero si en ese tiempo que tú le estás aguantando, a él le pasa algo, a ti no te toca nada porque como no estás casada, la ley no te ampara. Entonces estuviste al lao de él tó ese tiempo por gusto. Yo lo analizo así ahora, teniendo experiencia, pero en aquel tiempo yo no lo entendía así. Yo decía que no le aguantaba paquete a nadie. ¡No, hombre, no! Si yo tengo aquí a Zoraida y a Tirso esperándome con los brazos abiertos. A mí un tipo me hacía cualquier cosa y yo recogía y me venía pá acá con mi papá y mi mamá. ¡Ahhhh! ¿Pero qué pasa? Que mira, no creé, no hice un matrimonio de años, porque si yo hubiera aguantao paquete a uno de esos tantos que yo tuve, yo hoy tuviera mi casa o mi cuartico donde poder vivir solita, sin tó esta lucha pero… Mira, éste es él. Éste es el padre de Ernesto.

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