top of page

Si me muero y vuelvo a nacer con el único que no me empato es con él. Vuelvo a repetir tó el repertorio que he tenido, pero ése no lo incluyo en la lista. De verdad que no. Ni tengo hijos con él, pá que tú lo sepas. Sí, sí, era muy lindo y ahora dicen que está de lo más gracioso porque ha engordao y se ha puesto así, con una pila cadenones y... No, claro, pero lo que pasa es que yo entonces era muy joven, y él también me quería la verdad, lo que de una manera muy extraña. Pero bueno, yo, por no criar al hijo fuera de él ni ná de eso, pues traté de aguantar y de aguantar ya así, en esa situación, duramos ocho años, pero claro, llegó un día en que ya no pude más y tuve que acusarlo. Sin decírselo a nadie, yo cogí aquel día y me fui solita al hospital, certifiqué los golpes y con aquel certificado médico me presenté en la estación de policía. Bueno, imagínate que cuando él se fue de aquí tenía una orden de arresto, una peligrosidad y tres juicios pendientes por desacato al tribunal porque cuando lo citaban, él iba, pero cuando veía que la jueza era una mujer, porque aquí las mujeres juezas son peores que los hombres y más cuando son problemas de estos de mujeres que los maridos les dan golpes, se levantaba y se iba. Pero ¿qué pasa entonces? Pues que estando yo con tó el lío este de los trámites del juicio y todo eso, da la casualidad de que se presenta aquí en Cuba el problema del Mariel. Él acude allá, dice que quiere irse, lo ponen en la lista aquella y se va así, sin más, porque la verdad, él nunca estuvo de acuerdo con esto y siempre andaba diciendo que se iba y que se iba hasta que al final lo logró. Fíjate si él es ateo a este sistema que él lleva ya en los Estados Unidos veinte y cinco años y en todo ese tiempo no ha vuelto a venir a Cuba ni una sola vez. Él llama a Ernesto de vez en cuando, le manda dinero cuando puede, alguna cosita si viene alguien, pero jamás ha venido a verlo. Ni a él que ni a una hija menor que Ernesto que tuvo estando conmigo porque… No te vayas a creer ¡Él es la candela! Yo estaba parida aquí y él estaba noviando con otras en la Habana Vieja. Y ahí se metió a otra tipa y le hizo una barriga. Pero ya te digo, ni por sus hijos ni ahora por sus nietos, a él le ha dado nunca por regresar, aunque sólo sea una semana, porque dice que a él en Cuba no se le ha perdido ná. Pero aunque él diga que no viene por eso, pá mí que él lo que tiene es miedo porque… Figúrate tú si es así que al año de estar él fuera, le llegó una citación pá juicio y entonces fui yo la que tuve que ir encima a notificar que él había abandonao el país, que cuando yo fui allá me acuerdo que pá firmar el papel aquel que me pedía Emigración, lo primero que me preguntaron fue:
-¿Y está usted segura?
-¿Cómo no voy a estar segura si es el padre de mi hijo?
-Ah, entonces está usted casada con él.
-No.
-¿Divorciada entonces?
-Pues mire, tampoco.
-Entonces, donde dice estado civil, ¿qué pongo?
-Pues nada. Muy fácil. Coja el plumón ese y escriba usted ahí, bien grande: “Miriam de la Caridad. Viuda de la escoria”.

bottom of page