
¡Uy, cómo está el patio! Voy a tener que ponerme a arreglarlo ahora mismo aunque… no sé yo, con este calor, no hay quien pare. Déjame que vaya antes a por un cubito de agua pá lavar la ropa ésa. No, no, aquí no, ahí al lao, si aquí no tenemos pozo pero bueno el vecino ese nos deja cogerla siempre del suyo. Sí, la verdad es que es muy buena persona, y la mujer también porque no todo el mundo… ¡Ay, qué fresquita está! ¿Quieres? Toma, bebe un poquito. ¿Viste qué rica? No, dame a mí ése que pesa más y lleva tú este chiquito. Quita, quita de ahí chucho. Ah ¿qué tú también tienes sed no? ¡Pobrecito! Yo no sé lo que le pasa, pero lleva así varios meses. Pá mi que está enfermo. No, el perro no, el puerco ése. ¿No ves que flaquito que está? Y mira que Camilo le echa comida, pero… No, dame el uniforme de Baby primero que tiene menos churre. ¿Sí no? Bueno, ya las tengo muy estropeadas pero ¿sabes lo que me dice mima siempre? Que las tengo igualiticas que mi abuela Sofía, así grandes y fuertes. No, no, yo no la conocí, porque se murió siendo yo muy chiquita y no me acuerdo, pero según cuentan, mi abuela era la mejor lavandera de toda la Guernica. Sí bueno, ella era ama de casa pero después que terminaba sus tareas y todo eso, ella lavaba y planchaba también pá la calle, pá la gente rica y luego uno de los hijos, un tío mío, cogía esos bultos de ropa ya lavados, planchados y almidonados, los metía en una caja y los llevaba en una bicicleta a las casas de esa gente que le pagaban, que no le pagaban mucho, pero bueno, algo era. ¡Uy, no! De eso hace ya muchos años pero… ¿quieres que te diga una cosa? Todavía aquí hay gente que lo hace. Personas que no tienen trabajo con el Estado y que trabajan en casas particulares, en casas de personas que tienen posición y pagan el dinero pá que le hagan sus cosas porque trabajan en la calle o porque sencillamente no tienen necesidad de hacerlo. Hasta gente joven conozco yo que hace eso. Gente que están preparadas, que tienen sus carreras y todo, y que sin embargo se dedican a eso porque les pagan bien. No, no, en el sentido de criadas no. Son gente normal que van a trabajar y ya. Mira, aquí mismo, por ahí detrás, vive una muchacha que trabaja en una casa de ésas. Es un señor solo, que vive solterón y tiene toda su familia fuera, y por atenderlo, cocinarle y hacer todas las cosas de la casa, le paga veinte dólares mensuales, que viene siendo como unos quinientos pesos más o menos. Y bueno, a ella no le gusta mucho, pero es lo que ella me dice: “Mira Tali, yo soy licenciada en ingeniería agrónoma y me gustaría poder trabajar en lo mío pero ¿dónde voy a ganar yo eso? En ningún sitio, porque aquí hasta la agricultura se ha perdío y yo ya no soy sola. Yo tengo una niña y tengo que mirar por ella porque ¿si yo no lucho por mi hija quién lo va hacer?”. Y eso es así, porque cuando una es madre hace lo que sea porque sus hijos no pasen trabajo ¿no es verdad? Yo misma, por ejemplo, a veces me pregunto que habría sido de mi vida si hubiera seguido estudiando, porque yo ya estaba superándome en computación dentro de la empresa donde yo trabajaba y eso pero entonces cometí el error… Bueno no, el error no, porque mi hija no me pesa, pero si yo hubiese seguido, si yo hubiese tenido el apoyo que otras tuvieron, a saber dónde estaría yo ahora. Igual sería tremenda técnica en computación. O abogada como quería mi papá. O a lo mejor incluso ni estaría aquí ya. O quizás… En fin, eso nunca se sabe y mejor así porque total, ya tampoco tiene remedio. Anda, toma, enjuágame esto y dame el overol aquel. Ay sí, gracias, hija. ¿Tú has visto qué sucio? Bueno, lo pondré un ratito en remojo a ver si así se le va.