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Y éstos son mi papá y mi mamá. Ya de más mayores claro porque eso fue… Si mal no recuerdo, eso fue poco antes de morir mi papá, que él murió en el 90 y mi mamá sólo unos años después, en el 97, que luego encima, justo a los ocho meses de morir ella, murió también mi abuelita que es esa viejita de ahí ¿La ven? No, ella no pudo resistir la muerte de mi mamá. Los médicos decían que no tenía nada, pero cayó un estado de coma que no se supo por qué y se murió. No sé, parece que la ausencia de ella, su única hija hembra, y luego además tó el desgaste físico de la enfermedad pues… Sí, porque lo de mi mamá fue algo terrible. Diez años. Nosotros estuvimos esperando la muerte de mi mamá durante nada menos que diez años, todos los días, a todas horas porque aquella enfermedad caminaba por día y tú no sabías en qué momento la iba a sorprender. Y eso que ella fue bastante fuerte ¿eh? porque ella venía de un ingreso, de una gravedad, y se bajaba del carro, entraba a la casa, cogía la libreta de la comida, la jaba y salía a hacer mandaos. Ella luchó contra la muerte tó lo que le dio la gana, pero era cáncer mi amor y entonces claro, llegó un momento en que ya no podía hacer nada, y aunque yo no era la que me quedaba en el hospital ni la que luchó directamente con su enfermedad porque era mi hermano el que salía corriendo con ella y se encargaba de eso, yo tampoco tenía vida. Tenía que faltar al trabajo, llegaba casi siempre tarde y entonces, como me iban a sancionar, pedí la baja y dejé de trabajar. Entonces… ¡Imagínate! Yo sin trabajar y ella ahí, postrá en una cama, haciéndole falta una medicina que donde único se vendía era en una shopping con área dólar, que la gente me decía: “Ay Miriam, con el carácter que tú tienes, con lo chisposa que tú eres, que tú no tengas sangre pá salir pá la calle y luchar cuatro dólares pá comprarle la medicina a tu mamá”. Dígole: “No. No lo hago. Empezando que yo no tengo pá eso. No sé. No sé hacerlo y no me gusta. Yo soy muy salsosa, soy jocosa, soy zalamera con los hombres y tó lo que tú quieras, pero no soy puta, que son dos cosas muy distintas”. Aparte que en aquel tiempo hasta el dólar estaba penalizado aquí en Cuba. Entonces si yo me aparezco a ella con la medicina… ¡Ella no era boba! Ella sabía de qué manera yo lo había buscado y no se la iba a poner porque para ella, ponerse esa medicina, buscada por mí, por mis medios, eso era una inmoralidad, y ella era una gente de mucho respeto, muy moral. Fíjate que ella le aguantó cuarenta y pico años de matrimonio a mi papá y mi papá hizo sus cosas como hombre, pero ella decía que ella lo enterraba a él porque ése era el padre de sus hijos. Y así lo cumplió, y no le importó que él saliera pá una fiesta ni que viniera con un crayón de labio en la camisa. Ella no le importaba eso. Ella le lavaba la camisa y aquí papa no ha pasao nada, porque cuando él trabajaba y cobraba su salario, él se lo ponía en su mano y ya a él no le importaba lo que ella hacía con el dinero, lo que ella hacía estaba bien hecho y de la forma en que ella lo administraba, estaba bien administrado. Él sabía que ella no sacaba un peso pá tomarse un botella de ron porque no bebía. Sabía que no sacaba un peso pá comprar una caja de cigarros porque no fumaba. Y sabía que no sacaba un peso pá mantener un querido porque era una mujer decente de su casa ¿tú me entiendes? Y yo me crié con ese concepto y esa moral. Entonces yo no podía, por una medicina, aunque supiera que era pá salvarle la vida a ella, ir y echarme un extranjero, porque yo no le iba a decir: “Ay, dame tanto que mi mamá está enferma” ¿Y el extranjero me iba a dar sin yo acostarme con él? Mentira. Muy pocos. Y no me iba a tocar a mí esa suerte ni ella me lo iba a creer. Y con tó y eso, mi mamá murió con ese sufrimiento porque ella hubiera querido que yo fuese como ella, que con el primero que tuve, que fue el padre de mi hijo, me hubiera quedao con él para el resto de mi vida.

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